Cualquiera que haya
estudiado un poco la vida del Gran General Tomás Cipriano de Mosquera
(1798-1878), conocerá la fuerte asociación de éste con su propiedad favorita,
la hacienda de Coconuco. Esta finca que había sido de los jesuítas expulsados
en 1767, fue adquirida, con la adyacente hacienda de Poblazón, por 15.000
pesos en 1770 por el gran terrateniente payanés, el capitán don Francisco
Antonio de Arboleda (1732-1793). A la muerte de éste, ambas haciendas pasaron
por herencia a su hijo, el Presbítero don Manuel María Arboleda y Arrachea
(1764-1818). Ya fallecido el último, sus albaceas, su sobrino don José Rafael
Arboleda (1795-1831) y don Manuel Ventura del Basto, vendieron, por escritura
fechada el 11 de septiembre de 1819, las haciendas de Coconuco y Poblazón, sus
tierras, ganados, esclavos y sementeras, a don José María Mosquera y Figueroa
(1752-1829) por la suma de 28.814 pesos y 6 1/2 reales.
Fachada de la Hacienda Coconuco: Fotografía Carlos Manuel Paz
Fachada de la casa: Fotografía Carlos Manuel Paz
Entrada principal a la casa: Fotografía Carlos Manuel Paz
Entrada principal a la casa: Fotografía Carlos Manuel Paz
General Tomas Cipriano de Mosquera: Fotografía Carlos Manuel Paz
Rastrillo:Fotografía Carlos Manuel Paz
Herramienta de trabajo de los esclavos en la hacienda.
Marcas: Fotografía Carlos Manuel Paz
Estas eran las marcas que se utilizaban en la hacienda Coconuco para marcar el ganado del hacendado.
Mirador de la casa:Fotografía Carlos Manuel Paz
Esta segunda planta fue construida por el General Tomas Cipriano de Mosquera para poder tener una mejor vista de la casa y era donde el pasaba tiempo tomando un descanso.
Lapida en Honor al General Tomas Cipriano de Mosquera: Fotografía Carlos Manuel Paz
Fotografía Carlos Manuel Paz
En esta casa fue donde el General Tomas
Cipriano de Mosquera decidió pasar los últimos días de su vida, porque era el único
lugar donde el en realidad se sentía bien.
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